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A.M.P.

Transformaciones

Nadie me vé. Soy invisible. Supongo que los años le van haciendo a una transparente. Cada tarde salgo a pasear pero lo hago sola. Mi Eduardo se fue hace 34 años. Mis hijos vienen a verme cada quince días. En realidad no les importo ni un pimiento lo que pasa es que algo han de decir cuando les preguntan por su madre... ¡Maldita hipocresia!. Hace unos años, el banco en el que estoy sentada no exisitía. La acera era estrecha y las cajas de fruta del colmado de Agustín ocupaban más de la mitad. Hoy la calle es más grande. Pasan más coches y han puesto un carril bici que mucha gente usa para correr o simplemente, andar sin desviarse. Lo que más me gusta, sin embargo, es el locutorio que ha ocupado el viejo local de Agustín. Los chicos que trabajan son muy majos, siempre me dicen: "buenos días señora Carmen" y yo les contesto: "buenos días majetes, buenos días". A veces incluso me ayudan con las bolsas... pero lo que más me gusta es esto: ver a la gente entrar alegre, ilusionada y luego verles salir con los ojos rojos de haber llorado. Ayer ví como Bibiana, mi vecina del 3ªA, se hacía una foto en frente de la puerta con un colombiano amigo suyo, los dos abrazados, sonrientes. Nunca me atrevería a preguntárselo pero me encantaría tener esa foto en mi mesilla.

 

Enviado por Charlie Brown.

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