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A.M.P.

Una despedida

Mis venas se contornean como los troncos de las encinas, los alcornoques, los robles, los olivos, me huele el pelo a higuera, la piel a tomillo y mis plantas de los pies se pegan al suelo con la savia pegajosa de las jaras. Mi pelo se riza como las vides deseosas de alcanzar el cielo y ver desde arriba la estepa dorada castellana, mi voz habla de grillos, del canto abrasador de las cigarras.

Y te miro.

Niña de pelo pajizo, amiga mía. Tú no hueles a higuera. Por eso te vas. Con las orquideas, los ficus, los pájaros de mil nombres, los millones de verdes. Por que perteneces a la tierra de las hojas grandes y yo al de las hojas pequeñas. Tu cuerpo está empapado de lluvia y ni todo el sol de mi tierra logró secarte, por eso te vas. Has venido como una epífita a conocer otras alturas, otras densidades, incapaz de quedarte en un sitio, como tú eres. Ojalá que el tiempo te demande un retorno, que las estaciones te traigan algún día y que como ellas te vayas, por que tú no hueles a higuera de hojas caducas y necesitas florecer cuando te plazca en la primavera eterna de tu casa.

 

Enviado por María Luján

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